miércoles, 3 de junio de 2009

EL FALSO HEREDERO - Revista Oiga 9/08/1993

Al subir al poder, el general Francisco Morales Bermúdez era 'esperanza' de los militares peruanos progresistas que veían en él a quien profundizaría la revolución. No só­lo había sido uno de los golpistas del 68; también había servido a Ve­lasco en varios ministerios y era un gran amigo de Fidel Castro. La no­che que derrocó a Velasco Alvara­do, las luces de la embajada cubana en Lima permanecieron hasta muy tarde encendidas: en ella se estaba celebrando el comienzo del socia­lismo en el Perú.

Sin embargo, en la llamada Se­gunda Fase del Gobierno Revolu­cionario de las Fuerzas Armadas (1975-1980), no hubo nada que so­nara a compás revolucionario. Dando un fuerte golpe de timón, Morales Bermúdez comenzó a des­andar todo el camino recorrido por todo el recorrido por Velasco. Intentando estabilizar al país, puso fin al desorden, y paulati­namente se distanció de la influenc­ia soviética, enfilando el rumbo hacia las naciones capitalistas don­de podía encontrar créditos para su malograda economía. El Perú y sus 17 millones de habitantes, abandonaba, al igual que otras naciones latinoamericanas, el experimento de gobiernos militares progresistas que se había extendido en el conti­nente en los 70.

Hombre sereno, frío y mesura­do. Morales Bermúdez era el polo opuesto de su antecesor. No sólo en carácter, sino también en histo­ria personal. Al contrario del humil­de soldado raso que llegó a ser ge­neral, Morales era hijo del coronel, y nieto del presidente Remigio Mo­rales Bermúdez. De origen social más elevado y tecnócrata, se había especializado en economía. Des­pués de haber servido como ministro de esa cartera al último gobier­no civil, al llegar al poder se abocó a tratar de sacar al país del estanca­miento económico.

Cuatro días después de asumir el mando, Morales declaró que "no hay problemas con país vecino al­guno que haga temer un posible conflicto armado". Y a pesar de que mantuvo por un período en el gobierno a dos de los militares más antichilenos de la administración anterior —Jorge Fernández Mal­donado y Miguel Angel de la Flor- Morales fue catalogado en Santia­go como un moderado que no de­seaba ni buscaría la guerra".